Periodista de Univision cuenta cómo es cubrir la crisis migratoria en la frontera México-Estados Unidos: “He recibido amenazas de muerte”
A pesar de los riesgos y las dificultades, Óscar Gómez considera vital contar las historias de inmigrantes que arriesgan todo en busca de una vida mejor en Estados Unidos.

El desierto guarda silencios que pesan como el sol del mediodía. Óscar Gómez, corresponsal de Univision en Arizona, lo sabe. Una tarde, en Nogales, terminó una transmisión en vivo cuando dos muchachos lo miraron desde el lado mexicano del muro. "Vamos a cruzar para hacerle algo a usted", le gritaron.
Él guardó la calma, terminó de grabar, levantó su equipo y se retiró. "Fui directo a las autoridades, les conté lo que pasó. Después de eso, me quedé seis meses sin ir a esa frontera", recuerda. La amenaza fue clara: para muchos en la zona, un periodista con cámara es tan incómodo como un agente de ICE o de la Patrulla fronteriza.
Periodismo en la frontera México-EE.UU. bajo riesgo
La frontera es un negocio lucrativo para los "coyotes", personas que se dedican a transportar inmigrantes desde México hacia Estados Unidos. "He recibido amenazas de muerte, me han perseguido, y pues eso es parte del trabajo", confiesa Óscar para Latino Actual.
Óscar vive en Tucson, Arizona, a menos de una hora de la línea divisoria. Desde allí ha visto transformarse la frontera durante casi dos décadas. "Prácticamente, caí aquí por accidente. Llegué en 2006 como camarógrafo, enviado por Telemundo, y me encontré con otra frontera: menos vigilancia, menos tecnología, más pasos improvisados en medio del desierto". Hoy, asegura, "es un sitio impenetrable, por decir algo".

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El oficio lo empuja al límite. "El reto más grande es enfrentarte al peligro. La noticia no tiene hora: puede ocurrir a media noche y tienes que ir". Óscar ha sido perseguido, insultado, vigilado. Algunos coyotes lo ven como enemigo. Por eso cada cobertura requiere un plan: "Siempre aviso a la Patrulla Fronteriza. Les digo qué carro manejo, qué zona voy a recorrer. Así, si algo pasa, saben dónde buscarme".
Más que las amenazas, lo que más lo golpea son los niños. "Encontrarte un niño solo, en un terreno donde no hay agua, no hay comida, y que pueda ser atacado por un animal o raptado por alguien… eso te pega fuerte", dice. Sus palabras se detienen un segundo. "No es justo. Ellos no entienden nada, no saben qué hacer".
El impacto de la política migratoria de Trump en frontera
La frontera, cuenta, cambia de rostro cada año. "He visto pasar guatemaltecos, hondureños, ecuatorianos, peruanos, y hasta ucranianos. La migración va cambiando de color". Lo mismo ocurre con las políticas: "Cuando Trump subió, se cerró todo. Ahora ves una o dos personas, cuando antes eran 300 o 500 en una sola mañana". Según explica, el endurecimiento de las medidas ha sido radical: "Si cruzas, vas a la cárcel, te deportan, y no puedes volver en cinco años. Eso desanima a muchos".
La migración dejó de ser solo mexicana hace tiempo. En la última década, la frontera se convirtió en un corredor global donde confluyen latinoamericanos, africanos y hasta asiáticos. Óscar lo ha visto desde su lente: "La frontera es dinámica, un día cambia. Ya no puedes hablar de un solo país. Cambian las historias, cambian los rostros".
Informar desde la frontera en tiempos de las redes sociales
Su experiencia también confirma que la frontera es un terreno hostil para la prensa. No solo por el peligro físico, sino por el vacío informativo. "En medios americanos, la migración solo aparece cuando hay algo grande. En español sí lo reportamos seguido. Ellos quieren saber cómo va su gente, dónde están, qué les pasó", comenta Óscar.
En los últimos años, el poder de las redes sociales alteró el tablero. "Hoy tienes la noticia en un teléfono. Muchas veces ya sabes lo que pasó antes de que salga en el noticiero", explica. Pero ese poder también distorsiona. "Hay muchas notas falsas, videos manipulados. La gente lo toma como verdad y se va con esa idea", cuenta.
Óscar aconseja a los jóvenes periodistas que quieren cubrir la frontera que no subestimen el terreno. "Si vienen, tráiganse buenos zapatos. Aquí el calor es extremo, el terreno difícil. Y siempre hay que hacerlo por los canales correctos, respetando la ley", puntualiza. No es un consejo menor: él mismo ha sentido lo que significa ser observado, perseguido y silenciado en medio del desierto.
Lo que lo sostiene, pese a todo, es la certeza de que alguien debe contar estas historias. "La frontera no es solo política. Son vidas que se juegan todos los días", reflexiona. Desde su cámara, Óscar ha visto cómo el muro separa países y familias, pero también cómo une dos cosas que parecen inseparables: la esperanza y el miedo.
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