La única mujer aimara de Bolivia en graduarse de la Universidad de Harvard: “No quiero ser la primera ni la última”

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La educadora, escritora y pintora, Sharoll Fernández Siñani, resalta la importancia de la conexión cultural y el aprendizaje para su trabajo artístico.

Sharoll Fernández Siñani, originaria de La Paz, se destaca por su trayectoria que la llevó a Harvard, reflejando la importancia de la comunidad y la tradición aimara.
Sharoll Fernández Siñani, originaria de La Paz, se destaca por su trayectoria que la llevó a Harvard, reflejando la importancia de la comunidad y la tradición aimara. Composición Latino Actual
por Pub. 05 dic 2025 Act. 05 Dic 2025 | 17:30 h

En La Paz, Bolivia, a más de 3.600 metros de altura, Sharoll Fernández Siñani aprendió que la vida se teje en comunidad. Creció entre rituales familiares, tejidos que guardan historias y una tradición aimara donde cada gesto comunica más que las palabras. Años después, ese mismo tejido invisible —hecho de manos amigas, maestros generosos y puertas que otros abrieron— la llevaría a un lugar que aun en su propio país parece improbable: la Universidad de Harvard.

"Yo no creo en esa fantasía del ‘self-made man ( hombre hecho a sí mismo)’", cuenta para Latino Actual. "Nadie se hace solo. Nos paramos sobre los hombros de quienes vinieron antes". Su historia lo confirma. Antes de llegar a la Escuela de Gobierno Kennedy, en Massachusetts, hubo profesores que la recomendaron, colegas con quienes diseñó programas de liderazgo para jóvenes, mujeres que la empujaron a confiar en su voz, y un encuentro determinante con Marshall Ganz, referente mundial del liderazgo público. Para ella la Universidad Harvard no fue la meta, fue una consecuencia.

La diferencia de cultural en Estados Unidos

Sharoll Fernández Siñani, escritora y artista plástica, no habla del "choque cultural" como lo haría cualquier migrante recién llegada a Estados Unidos. De hecho, desmonta la idea. "Vivimos en un mundo globalizado —dice—. Nosotros hemos consumido películas, series, discursos y formas estadounidenses desde niños. Quizás conocemos más sobre ellos de lo que ellos conocen de nosotros".

Lo que sí sintió fue la diferencia entre culturas de alto y bajo contexto: la suya, donde el silencio es lenguaje; la estadounidense, donde todo debe ser dicho y verbalizado para existir. En Harvard aprendió a poner en palabras lo que en su vida de siempre se entiende con una mirada.

Pero su arte no nace ahí. Su arte —dice ella— es el ritual. No la pintura que hoy se exhibe en museos de Nueva York o Boston, no los trazos sobre el lienzo. "Mi arte es el encuentro: sentarnos, llorar, brindar, honrar a nuestros muertos. Las pinturas son solo los testigos de ese momento”. En esa frase cabe toda su propuesta: el arte como un acto vivo, comunitario, espiritual.

 Muestra pictórica realizada por Sharoll Fernández Siñani presentada en el Museo de Queens Foto: IG/sharollsinani

Muestra pictórica realizada por Sharoll Fernández Siñani presentada en el Museo de Queens Foto: IG/sharollsinani

Zera Bolivia: organización que brinda ayuda a jóvenes en Bolivia

De esa raíz también nació Zera Bolivia, la organización que dirige y que busca tender un puente entre investigaciones académicas de alto nivel y las realidades locales de niños y jóvenes bolivianos. Enseñan pensamiento crítico, regulación emocional, alfabetización financiera o historia, pero siempre adaptando el conocimiento "global" a los códigos y ritmos culturales propios. "Tomamos lo mejor del mundo occidental sin idolatrarlo, y lo cruzamos con los saberes que hemos tenido siempre. No son opuestos: son complementarios", reflexiona.

Cuando se publicó su historia en el diario El País, el titular destacó una frase que ella jamás eligió: "Mi abuela murió analfabeta y yo me gradué en Harvard". Fue un titular efectivo, sin duda. Pero Sharoll rechaza la lectura simplista del éxito individual. No quiere que su camino se convierta en una postal aspiracional que otros miren desde lejos. Tampoco quiere alimentar la narrativa de que solo conquistando universidades de élite se "llega" a algún lado.

Porque, para ella, llegar no es el verbo adecuado. Y sin embargo, sabe lo que significa. Sabe que Harvard es un espacio elitista, que abre puertas y que en su propio país aún es un símbolo de privilegio. Por eso insiste en que el acceso debe democratizarse —no idealizarse—. Que las jóvenes aimaras no miren ese mundo como un mito, sino como una opción más entre muchas. Y entonces lo dice, clara y firme, como quien deja una marca en el aire: "Yo no quiero ser la primera y la última mujer aymara-boliviana que vaya a Harvard".

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