Entre la violencia armada y la polarización política: ¿por qué hay tantos tiroteos en Estados Unidos?
Expertos destacan que el discurso de odio y la polarización política, alimentados por figuras como Donald Trump, están normalizando la violencia en el país, lo que afecta a políticos y ciudadanos.

Recientemente, el activista político conservador Charlie Kirk fue asesinado de un tiro durante un evento en Universidad de Utah, en medio de un discurso donde hablaba, precisamente, sobre la violencia. El aliado del presidente Donald Trump tenía una visión favorable hacia el uso de armas, y llegó a afirmar que ''vale la pena asumir el costo de, lamentablemente, algunas muertes cada año'', con tal de que los estadounidenses tengan derecho a llevar armamento. El mandatario republicano lamentó la pérdida de su fiel partidario en Truth Social.
Lo cierto es que, en Estados Unidos, las balaceras han dejado de ser una novedad: solo este año, se han registrado 302 tiroteos masivos en el país, según datos de Gun Violence Archive. Si se compara con años anteriores, en especial durante el periodo 2020-2023, las cifras de este 2025 son menores, pero sigue siendo un número alarmante si se tiene en cuenta que las iglesias, las escuelas y los parques públicos suelen ser el escenario predilecto de los atacantes. La pregunta es puntual: ¿por qué hay tantos tiroteos en EE. UU.?

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¿Por qué hay tantos atentados violentos en EE. UU.?
El politólogo de la Universidad Complutense de Madrid, Andy Philipps menciona que el uso de armamento en Estados Unidos está enmarcado en su Constitución, específicamente en la Segunda Enmienda, que contempla el derecho a ''poseer y portar armas''. El experto indica que otro factor es el ''enorme poder, influencia política y económica'' que posee la National Riffle Association (o Asociación Nacional del Rifle). Fundado en 1871, el grupo que defiende la capacidad de llevar armamento es la organización de derechos civiles más antigua de EE. UU., y hoy posee cinco millones de socios. ''Tiene gran capacidad de movilización y presiona a las autoridades para defender sus intereses. Acumula conexiones con la política y el sector privado'', indica Philipps.
Si bien es cierto que la legislación en el país avala al ciudadano de a pie para tener un arsenal en su hogar si así se lo propone, el hecho de que las personas opten por hacerlo se relaciona con otros factores clave, que entrelazan la personalidad, el entorno y el contexto. El politólogo menciona que ''también existe una cultura de armas y tradición histórica''.
El psicólogo social y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Jorge Yamamoto coincide con esta visión y afirma que la cultura es un detonante importante en la problemática de la violencia. ''Desde sus inicios. Como se sabe, la colonia agresiva de Reino Unido que llegó a exterminar las poblaciones originarias''. Según el psicólogo, esto se vería reflejado más adelante, con la glorificación de las armas y la actitud gánster. ''Basta con ver su producción cinematográfica. Hollywood promueve actos de violencia. Como Rambo'', comenta Yamamoto.
El experto en psicología también apunta a los factores individuales, y dice que, entre los perpetradores, ''hay un patrón de acoso. El bullying genera aislamiento, agresividad interna, deprimirse... El odio. Suelen ser personas excluidas, rechazadas, lo que genera resentimiento''. Yamamoto indica además que, si se le suma el hecho del libre uso de armas y ''la cultura que ensalza las guerras'', es una receta para el desastre. ''En algunos casos, se encuentran enfermedades mentales como la psicosis'', dice, y explica que este cuadro incluye alucinaciones, como escuchar voces que incitan a cometer actos violentos.
Uno de los últimos tiroteos en un centro educativo se trató de un atentado que dejó dos niños muertos y 17 heridos en Minneapolis el 27 de agosto. Los hechos ocurrieron en la iglesia de un colegio católico, y la persona responsable, Robin Westman (23), también murió. Ante la pregunta de si se puede identificar a una persona con estas tendencias de forma temprana, Yamamoto señala que, usualmente, las señales no son sutiles. ''Publicaciones en Facebook, Instagram o TikTok donde se muestran armas o salen disfrazados. Ensalzan películas que fomentan la violencia o tiradores del pasado. Fotos del armamento con dedicatorias'', enumera el experto.
En el caso de Robin, se sabe que dejó un manifiesto antes de su crimen. En el vídeo que subió a YouTube, enseñaba su rifle, con leyendas extremistas, mensajes supremacistas y antisemitas, además de arremeter contra católicos, musulmanes y el mismo presidente Trump.
Por otra parte, Yamamoto explica que no todos los atentados que ocurren en Estados Unidos son iguales. Los tiroteos masivos, por ejemplo, corresponden a aquellos incidentes violentos realizados sin un objetivo en particular, por lo cual las víctimas suelen ser numerosas. En el caso de los ataques con motivaciones políticas, se trataría de una ''manifestación del extremismo político'', en palabras del experto.

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Violencia política: un país polarizado
En Estados Unidos, la violencia hacia políticos también han tomado protagonismo. Además del caso de Charlie Kirk, el atentado a la congresista demócrata Melissa Hortman sacudió a Minnesota el 14 de junio. En el tiroteo, también falleció su esposo Mark. Ese mismo día, el legislador John Hoffman fue herido de gravedad en un ataque separado, al igual que su esposa. El gobernador del estado, Tim Walz, lo calificó como un "asesinato con motivos políticos".
De acuerdo con el politólogo Philipps, en Estados Unidos ''se ha expandido un discurso de odio que casi legitima la violencia (...) Trump ha normalizado un discurso muy agresivo contra sectores de oposición, con sectores feministas, diversidades... Contra los demócratas, contra expolíticos de los Estados Unidos, contra líderes internacionales. Y parece que hubiera sido un bumerán que se le ha devuelto'', afirma. Lo cierto es que, entre la insurrección del 6 de enero en el Capitolio de EE. UU. y las elecciones de 2024, se registraron al menos 300 casos de violencia política, según un análisis de Reuters de 2024, lo que representa el mayor aumento de este tipo de ataques desde los años 70.
El 13 de julio de 2024, la figura de un Trump sangrante, con la oreja herida tras ser impactado por un proyectil, despertó todo tipo de reacciones entre sus críticos y sus seguidores. El presidente ya había sido blanco de distintos ataques, pero el intento de asesinato ocurrido durante su discurso en un mitin de campaña en Pensilvania fue distinto. Aquel día, Trump sostuvo su oreja, con el puño en el aire y diciendo "¡Lucha! ¡Lucha! ¡Lucha!", mientras era escoltado y las imágenes se hicieron virales.
''Yo creo que sí lo puso como víctima. No tengo claro si fue intencionado o no. Es un país muy atravesado por el entretenimiento, el show... La cultura del espectáculo (...) Creo que algo le favoreció, igual no creo que sea el elemento fundamental. O sea, Trump gana por su discurso'', indica el politólogo.
El psicólogo Yamamoto coincide, y menciona que Trump no solo se ''victimizó como estrategia'', si no que aprovechó la situación para decir que se trataba de una ''señal de Dios''. ''Ya entra en el plano sobrenatural, y apela a su base, es decir, MAGA'', dice el experto, refiriéndose al aspecto demográfico de sus seguidores. Según un estudio del Pew Research Center, aproximadamente ocho de cada diez votantes de Trump (79%) se identificaron como cristianos.
El periodista Shane Burley, quien escribe sobre el fascismo y los movimientos políticos de derecha, declaró al medio The Independent que ''la gente recurre a la violencia cuando no forma parte de un sistema social estable'', y que la violencia armada es ''un síntoma de un problema social mucho mayor''. Mientras tanto, los estadounidenses sufren las consecuencias traducidas en sonidos de balas.
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